Homenaje a Hermann Zapf

Prólogo al libro del «homenaje a Hermann Zapf» durante el primer Congreso de Tipografía de Valencia. 2004.

Sorry, no english translation.

 

«Cuando el sabio apunta al cielo, el tonto mira al dedo»
Proberbio oriental

 

Puede que estemos haciendo el tonto, mirando extasiados el dedo del Sr. Zapf, mientras él intenta señalarnos el cielo de la página impresa, el paraíso de la tipografía, el libro perfecto. Pero ¿dónde dirigir la mirada?

Lo que, en mi opinión, hace de la tipografía una ciencia tan escurridiza, es la dificultad de cambiar tan bruscamente la escala de observación. El buen tipógrafo cuida cada letra como una pieza única. La modulación de los bucles, la armonía de los trazos y las proporciones, la intención de los ataques, la terminación de los asientos. Pero de nada sirve este esfuerzo si cada carácter no se identifica completamente con el resto, formando un conjunto homogéneo. Al formar las palabras, cada letra pierde su identidad individual para integrarse en una nueva forma que debe expresarse por sí misma. Y finalmente, el triple salto mortal: la página. El bloque de texto, la columna, el color tipográfico, la lecturabilidad

…Y vuelta a la escala microscópica para retocar una serifa, un contrapunzón, un par de kerning y quién sabe qué otros arcanos inextricables.

Al contemplar los diseños de Hermann Zapf, la mayoría nos quedamos perplejos, e intentamos descifrar el misterio observando con lupa cada glifo, como si éste pudiera revelarnos las claves del enigma. Nos quedamos mirando el dedo de Zapf porque, finalmente, todo sale de sus dedos. Y posiblemente ahí reside el secreto de la excelencia de sus ojos tipográficos. Hermann Zapf es, en esencia, un calígrafo. Frente a la tradición tipográfica racionalista basada en la geometría, Zapf se defiende con los gestos de su mano.

Nosotros, señor Zapf, somos admiradores de su trabajo. Pero no se sorprenda si nos fijamos en naderías, si damos vueltas y vueltas a los detalles más nimios. Hemos jugado tantas veces con sus tipos y sus dingbats que los hemos hecho nuestros. Los hemos maltratado y han resistido con dignidad. Les hemos pedido solemnidad y nos han respondido con calidez. Los hemos sacado de contexto y se han revelado fascinantes. Tal vez les hayamos dado usos para los que no fueron creados. Pero intuimos que usted estaba intentando mostrarnos algo más allá, algo que probablemente aún está buscando. Siga, señor Zapf.